Las zonas erógenas son partes que, estimuladas correctamente, producen las sensaciones más placenteras. Son altamente excitables eróticamente por estímulos exteriores. La piel es, en sí misma, la mayor zona erógena en el hombre y en la mujer, si bien, en el área genital es donde alcanza su mayor excitabilidad.
El "mapa de zonas erógenas" es distinto en localización e intensidad para cada persona e, incluso, es distinto según las circunstancias. Quiere esto decir que a cada persona le excitan más unas cosas que otras, en lugares similares pero diferentes, y de formas distintas. No obstante, existen unos patrones comunes que coinciden con las zonas erógenas generalmente aceptadas.
En la mujer son básicamente los pezones, la vagina, el clítoris, el ano y el punto G. Sin embargo, también lo son la nuca, la espalda, la parte interna de los muslos, la parte posterior de las rodillas, los pies, los labios, las orejas, etcétera. Realmente, las posibilidades del cuerpo para el placer son tales que permiten que el arte amatorio sea algo extraordinario en personas amantes y sabias.
El ginecólogo Grafenburg El punto G no estaba considerado ni descrito como zona erógena hasta que lo hizo por primera vez en 1950 el ginecólogo alemán Ernst Grafenburg que le dio nombre como punto Grafenburg, pero dada la compleja grafía del apellido acabó siendo sencillamente punto G. El científico lo describió como "un punto localizado en una zona de la pared anterior de la vagina de la mujer que puede producir una intensa y placentera excitación al ser estimulado".
No obstante, no se puede hablar de un "descubrimiento" en sentido riguroso ya que diversas culturas, como algunas asiáticas y sudamericanas, tradicionalmente admitían entre sus prácticas sexuales la estimulación de la cara interna anterior de la vagina.
El punto G, por razones no muy bien estudiadas produce una muy localizada y extraordinaria sensibilidad erótica que acostumbra a culminar en un fuerte orgasmo al que puede acompañar, en algunas mujeres, algo parecido a una eyaculación.
Cultura sexual femenina Entre el 80% y el 90% de las mujeres obtienen sus orgasmos por estimulación directa del clítoris. Y un porcentaje muy menor, entre el 30% y el 40% lo obtienen eventual o regularmente también a través del coito. Las encuestas más recientes publicadas en Europa hablan de que sólo entre un 10% y un 20% de las mujeres de todas las edades reconocen haber localizado su punto G.
De entre las que dicen localizar su punto G, la mayoría afirman que les facilita la obtención de orgasmos múltiples sin que aparezca la sensación de irritabilidad que se produce en el clítoris tras un orgasmo.
Por fin, el punto G El punto G es una zona localizada en la parte anterior de la zona interior de la vagina, a medio camino entre la entrada de la vagina y el cuello del útero. Tiene un tamaño similar al de un guisante pero en período de excitación puede llegar a duplicar o triplicar su superficie.
A la mujer le puede costar un poco localizárselo ella misma con sus propios dedos, es más sencillo que lo haga su pareja. Su estimulación más favorable debe comenzarse en estado de excitación, una vez iniciadas las caricias preliminares. Una estimulación "en frío" del punto G no suele ser práctica, ya que no reacciona con la rapidez del clítoris, por ejemplo.
Así pues, y estando la mujer excitada es sencillo localizarlo introduciendo uno o dos dedos en la vagina, y acariciando con suavidad la cara interior hasta encontrar una pequeña zona de textura claramente diferente, algo más rugosa que el resto de la vagina. Su estimulación puede realizarse mediante presión o mediante caricias regulares. La primera sensación de la mujer suele ser la de una urgencia de orinar, pero es sólo una sensación que se pierde rápidamente. La estimulación del punto G junto con otras formas de estimulación en el clítoris, la vagina o el ano, suelen producir intensos y duraderos orgasmos.
Como ya hemos dicho anteriormente, en algunos casos se produce una emisión rápida de fluido, denominado eyaculación femenina, que aumenta de forma considerable la sensación de placer y plenitud en el orgasmo.
De todos modos, igual que no hay dos mujeres iguales, tampoco existen dos puntos G iguales, y como siempre sucede en el sexo, lo mejor es experimentar con tranquilidad y compartiendo con la propia pareja las experiencias sentidas.
El "mapa de zonas erógenas" es distinto en localización e intensidad para cada persona e, incluso, es distinto según las circunstancias. Quiere esto decir que a cada persona le excitan más unas cosas que otras, en lugares similares pero diferentes, y de formas distintas. No obstante, existen unos patrones comunes que coinciden con las zonas erógenas generalmente aceptadas.
En la mujer son básicamente los pezones, la vagina, el clítoris, el ano y el punto G. Sin embargo, también lo son la nuca, la espalda, la parte interna de los muslos, la parte posterior de las rodillas, los pies, los labios, las orejas, etcétera. Realmente, las posibilidades del cuerpo para el placer son tales que permiten que el arte amatorio sea algo extraordinario en personas amantes y sabias.
El ginecólogo Grafenburg El punto G no estaba considerado ni descrito como zona erógena hasta que lo hizo por primera vez en 1950 el ginecólogo alemán Ernst Grafenburg que le dio nombre como punto Grafenburg, pero dada la compleja grafía del apellido acabó siendo sencillamente punto G. El científico lo describió como "un punto localizado en una zona de la pared anterior de la vagina de la mujer que puede producir una intensa y placentera excitación al ser estimulado".
No obstante, no se puede hablar de un "descubrimiento" en sentido riguroso ya que diversas culturas, como algunas asiáticas y sudamericanas, tradicionalmente admitían entre sus prácticas sexuales la estimulación de la cara interna anterior de la vagina.
El punto G, por razones no muy bien estudiadas produce una muy localizada y extraordinaria sensibilidad erótica que acostumbra a culminar en un fuerte orgasmo al que puede acompañar, en algunas mujeres, algo parecido a una eyaculación.
Cultura sexual femenina Entre el 80% y el 90% de las mujeres obtienen sus orgasmos por estimulación directa del clítoris. Y un porcentaje muy menor, entre el 30% y el 40% lo obtienen eventual o regularmente también a través del coito. Las encuestas más recientes publicadas en Europa hablan de que sólo entre un 10% y un 20% de las mujeres de todas las edades reconocen haber localizado su punto G.
De entre las que dicen localizar su punto G, la mayoría afirman que les facilita la obtención de orgasmos múltiples sin que aparezca la sensación de irritabilidad que se produce en el clítoris tras un orgasmo.
Por fin, el punto G El punto G es una zona localizada en la parte anterior de la zona interior de la vagina, a medio camino entre la entrada de la vagina y el cuello del útero. Tiene un tamaño similar al de un guisante pero en período de excitación puede llegar a duplicar o triplicar su superficie.
A la mujer le puede costar un poco localizárselo ella misma con sus propios dedos, es más sencillo que lo haga su pareja. Su estimulación más favorable debe comenzarse en estado de excitación, una vez iniciadas las caricias preliminares. Una estimulación "en frío" del punto G no suele ser práctica, ya que no reacciona con la rapidez del clítoris, por ejemplo.
Así pues, y estando la mujer excitada es sencillo localizarlo introduciendo uno o dos dedos en la vagina, y acariciando con suavidad la cara interior hasta encontrar una pequeña zona de textura claramente diferente, algo más rugosa que el resto de la vagina. Su estimulación puede realizarse mediante presión o mediante caricias regulares. La primera sensación de la mujer suele ser la de una urgencia de orinar, pero es sólo una sensación que se pierde rápidamente. La estimulación del punto G junto con otras formas de estimulación en el clítoris, la vagina o el ano, suelen producir intensos y duraderos orgasmos.
Como ya hemos dicho anteriormente, en algunos casos se produce una emisión rápida de fluido, denominado eyaculación femenina, que aumenta de forma considerable la sensación de placer y plenitud en el orgasmo.
De todos modos, igual que no hay dos mujeres iguales, tampoco existen dos puntos G iguales, y como siempre sucede en el sexo, lo mejor es experimentar con tranquilidad y compartiendo con la propia pareja las experiencias sentidas.
LOLY.
1 comentario:
Wooow.. de su boca solo ha salido verdad pura... es muy interesante y muy completa esta información., justo lo que estaba buscando.. gracias... bye
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